El mundo globalizado ha generado un cambio en los equipos de trabajo tradicionales. Hoy es común encontrar grupos en los que la norma es la diversidad. Este tema no sólo abarca las diferencias culturales basadas en el país de origen de las personas que laboran en las empresas, sino que incluye discusiones más complejas como la equidad de género y raza, las preferencias sexuales, la religión y las tendencias políticas. Hoy las organizaciones deben hacerle frente a esta realidad, ignorarla puede convertirse en un obstáculo para la eficiencia en sus procesos y el éxito en su crecimiento.
La decisión de incorporar la diversidad a la organización, no sólo implica agregar unas frases a la declaración de principios o al documento de valores, requiere de la voluntad real, desde la dirigencia, de promover una transformación cultural, que llegue a operacionalizarse en temas tan concretos como por ejemplo la política de contratación, los esquemas de remuneración, las políticas de reconocimiento y los planes de carreras.
Como toda transformación estos procesos no suelen ser rápidos ni sencillos, porque implican que los individuos concuerden, que para lograr los objetivos planteados en sus áreas de trabajo, es necesaria una convivencia armónica que implica, en algunos casos, sobreponerse a lo que son sus creencias individuales.
Un ejemplo sencillo permitirá ilustrar la complejidad de las realidades a las que nos enfrentamos. Hace un tiempo me tocó trabajar con una empresa en su proceso de internacionalización. El origen de esta organización era un país de América Latina, donde la religión católica es la que profesa la mayoría de las personas. Mientras esta empresa se mantuvo trabajando en países similares, el tema religioso no fue una preocupación. El equipo de Comunicaciones Internas enviaba en Navidad, un comunicado exaltando los valores que el nacimiento de Cristo representa para los Católicos. Cuando esta compañía abrió sus operaciones en la isla de Trinidad, donde existe una gran cantidad de personas que profesan el hinduismo, las complicaciones comenzaron. Ese primer año de presencia en Trinidad, el mensaje de Navidad no fue bien recibido. Todo el equipo de la subsidiaria, incluyendo aquellos que eran católicos, envió una nota de descontento a la gerencia de la corporación, expresando su molestia por la poca consideración que la empresa tenía hacia el personal que profesaba una religión distinta. Este hecho que parece pequeño, puede ilustrar claramente lo que significa una organización diversa y lo que tiene que asumir desde el punto de vista del manejo de políticas no sólo de comunicación sino de equidad y tolerancia.
La diversidad implica negociaciones a lo interno de la organización, para logra acuerdos de respeto y tolerancia, pero también para producir transformaciones individuales y organizacionales que permitan que las personas de todas las culturas, razas, credos, género, preferencia sexual y política, puedan lograr su pleno potencial dentro de la empresa.
La diversidad brinda una riqueza extraordinaria a los equipos de trabajo, entenderla y asumirlas como valores de la organización traerá mayor compromiso e identificación de los colaboradores, condiciones armónicas en el entorno laboral y equipos de trabajo más eficientes y con mejor desempeño.
Una versión de este artículo fue publicada en La Prensa de Panamá el domingo 14 de abril de 2013: http://www.prensa.com/impreso/opinion/diversidad-en-las-organizaciones-diana-medina/170340
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