Con esta pregunta me increpó mi amigo @AlejandroLuy (http://www.tierraviva.org/) (http://alejandroluy.blogspot.com/2013/08/no-somos-daneses-alejandro-luy.html ) hace unos días. En su mensaje pude sentir la angustia y molestia que rodeaba su pregunta. Efectivamente, Alejandro al igual que muchas otras personas interesadas por la preservación del ambiente andan por estos días molestas por la decisión del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela de quitarle a una fundación, que se dedica a estudiar y a proteger el ecosistema de las islas “Los Roques”, la sede en la que trabajaban en una de esas islas. Sin entrar a discutir el meollo de la problemática, porque desconozco los detalles, quiero aprovechar la pregunta de Alejandro, para analizar la trascendencia de las redes sociales cuando se quiere generar no sólo opinión pública sino verdaderas acciones que motiven un cambio. Porque en el fondo Alejandro no preguntaba por “opinión” como tal – o por lo menos eso fue lo que yo interpreté – preguntaba por la capacidad real de generar cambios a través de estas redes sociales.
Alejandro estaba inquieto, porque mucha gente se había movilizado por el suceso, pero todo había quedado en quejas o críticas a través de Facebook o Twitter y nadie realmente se había entusiasmado ni siquiera a escribir un artículo para un blog que pudiera ayudar a rebatir los argumentos del gobierno y ayudara a hacer más tangible la posición de la comunidad ambientalista de ese país.
Las redes sociales son excelentes vehículos para dar a conocer información, hacer convocatorias e incluso comenzar a formular matrices de opinión, pero por si solas no son capaces de generar transformaciones, son una herramienta más. Estoy consciente de que esa última afirmación podría motivar que los defensores radicales de las redes sociales me decreten persona non-grata en todas ellas, pero creo que tenemos algunos casos que son ejemplos de lo que digo.
Voy a comenzar por uno que para mi es de los más emblemáticos. La llamada “Primavera Árabe” en Egipto, que algunos catalogan como la “Revolución Facebook” que llevó a la dimisión del presidente de ese país y a la celebración de elecciones anticipadas, no se logró por Facebook o Twitter, a pesar de los que quieran creer que así fue. Si bien es cierto que en los eventos de Egipto, Twitter y Facebook tuvieron un rol determinante para organizar las manifestaciones, los mensajes emitidos a través de esas redes no fueron los que motivaron la transformación política que vivió ese país. Sin las concentraciones ciudadanas y la resistencia que tuvieron los manifestantes ante los ataques de la policía, ni los militares egipcios y mucho menos la diplomacia estadounidense (ojo aquí había otros factores políticos, que no voy a mencionar que también incidieron) hubiesen movido un dedo para hacer posible que ocurriera la transición.
Un ejemplo más reciente. El partido político español “Podemos”, que logró en 9 meses levantar los suficientes votos para llevarlos a alcanzar 4 escaños en el parlamento europeo, ha sido mostrado como un fenómeno de las redes sociales. Aquí también es cierto que “Podemos” utilizó las plataformas sociales para enviar su mensaje político, conquistar a las audiencias jóvenes y convocar a sus eventos. Si se hubiesen quedado ahí, creo que no habrían alcanzado ni un sólo escaño. “Podemos» combinó el uso de la redes sociales con una estrategia de reuniones cara a cara, no sólo en grandes eventos, sino también en reuniones con grupos más pequeños que se convirtieron en una especie de nodos que a su vez tenían la misión de organizar otras reuniones y así hasta cubrir el país entero.
El estudio “Twiplomacy”, muestra que efectivamente el mundo político ha entendido que las redes sociales son una plataforma necesaria de relacionamiento, pero imagina que un polític@ se concentrara sólo en twittear, es probable que se convierta en alguien popular en las redes pero dudo que podría ganar alguna elección sin haber emprendido acciones en las que las audiencias estratégicas tuviesen la oportunidad de conocerlo, interactuar con él /ella y conocer de manera más profunda su planteamiento político.
La inquietud de Alejandro es, no sólo lógica sino real. Todos los que utilizamos redes sociales en uno u otro momento hemos sido opinadores de oficio, aprovechándonos del alcance que estas plataformas ofrecen, hemos fijado nuestra posición, pero seguramente no hemos actuado mucho más allá de los 140 caracteres. Cuando se quiere lograr cambios reales, la estrategia y la acción son necesarias.
Y es que en 140 caracteres, o en el muro de Facebook, donde se compite contra las imágenes de gatos, que son el contenido más popular de internet, es imposible desarrollar planteamientos, hacer propuesta, analizar y contrastar, todos estos requisitos necesarios para lograr consensos, estimular la participación y establecer bases para la transformación social.
De muy poco vale convertir un tema en “Trending Topics” en Twitter. Por cierto, los venezolanos lo saben porque lo vivieron en carne propia durante los primeros meses de este año cuando durante varios días los “hashtag» relacionados a la crisis política en ese país se posicionaron en los primeros lugares de las tendencias que muestra Twitter. Si embargo, y a pesar de que las manifestaciones en ese país no sólo fueron contundentes sino dramáticas, los cambios no llegaron. Aclaro, no voy a analizar las razones por las que Venezuela aun está sumida en la crisis, pero si me parece relevante resaltar que a pesar de las intensas campañas en redes sociales que venezolanos en diversos lugares del mundo, incluyendo Venezuela, éstas no trajeron los cambios que se buscaban.
@AlejandroLuy, no sigo dando vueltas y respondo tu pregunta, las redes sociales generan opinión pública, sin embargo, opinión pública no equivale a que los cambios que ella está solicitando se van a producir. La opinión pública es una herramienta para el cambio social, pero en sí misma no es el cambio. Estrategia, compromiso, análisis, propuestas sustentadas, participación y opinión pública son claves para generar transformaciones en la sociedad.
Escribir sobre opinión pública es fascinante porque no hay consenso, ni siquiera en su definición. No ha sido mi intención analizarla, pues tendría que haber traído a la mesa a grandes analistas del tema. Sólo quería responder la pregunta de mi amigo, pero como aquí sólo he dado mi opinión, me comprometo a entrevistar a especialistas en redes sociales para seguir profundizando en este tema. Por lo pronto te propongo que me envíes tu opinión para incluirla en un siguiente artículo.
Muchas gracias Diana por ilustrarme de esta manera a partir de mi pregunta. Ahora la compartiré con mis amigos de facebook, mis seguidores de twitter y con un grupo de profesionales que esta mañana reunidos discutíamos el tema de los Roques y yo les insistía que con twitter y facebook, escribiendo para nuestros amigos no se iba a lograr opinión pública, mientras pensaba en una MATRIZ SÓLIDA DE OPINIÓN que pudiera revertir la situación. Nuevamente gracias.
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De nada Alejandro! Mucho se ha discutido acerca del tema y el artículo de Malcolm Gladwell
«Solidaridad para flojos: Contra el activismo digital» es contundente.
Me gustaría escuchar los argumentos de las personas que consideran que sólo con mensajes en las redes puede lograrse las acciones propuestas.
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